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¿Por qué existe relación entre nuestro sueño y la aparición de obesidad?
Los trastornos del sueño pueden influir de diferentes maneras en el desarrollo de la obesidad. Se ha visto que la falta de sueño puede alterar el equilibrio de las hormonas relacionadas con el apetito: la grelina y la leptina. De manera que, cuando dormimos poco se ve reducida la cantidad de leptina, que es la hormona de la saciedad; mientras que, por el contrario, se eleva la presencia de grelina, hormona del hambre, conduciendo a un aumento del apetito.
Además, al estar más cansados se produce una disminución de la actividad física, disminuyendo a su vez el gasto metabólico, siendo esto la combinación perfecta para engordar y aumentar el riesgo de obesidad.
¿La obesidad puede afectar a nuestro sueño?
Una vez que la obesidad se ha instaurado, nuestro cuerpo va a sufrir una serie de cambios que van a contribuir a un peor descanso. El exceso de grasa corporal puede interferir con la respiración y aumentar el riesgo de desarrollar trastornos respiratorios del sueño, como la apnea obstructiva del sueño.
Además, la obesidad puede causar desequilibrios hormonales que afectan el sueño como alteraciones en la producción de melatonina, una hormona que regula el ciclo sueño-vigilia, pudiéndose alterar la calidad y la duración del sueño. Sin olvidar, además, las comorbilidades asociadas a esta patología (diabetes, enfermedades cardiovasculares…) que pueden causar síntomas que dificultan el sueño, como dolor crónico, necesidad frecuente de orinar, reflujo ácido y dificultades respiratorias. Por último, hay que tener en mente el impacto emocional asociado a la obesidad, lo cual puede interferir con un buen descanso nocturno.
¿En la narcolepsia se tiende a aumentar de peso?
En lo referente a la relación entre obesidad y narcolepsia, se ha visto que no es tan directa como en el caso de la obesidad y la apnea obstructiva del sueño. Si bien se ha descrito que los pacientes con narcolepsia tienen tendencia a ganar peso sobre todo al inicio de la enfermedad, pudiendo llegar a desarrollar obesidad un tercio de ellos. Parte de este aumento de peso es debido a un menor metabolismo basal y cambios en los hábitos alimentarios.
En estos pacientes, va a existir una disminución de la hipocretina, la cual también influye en la regulación del apetito, pudiendo producir su falta o disminución, un desajuste metabólico. También se ha observado niveles bajos de leptina en algunos pacientes, lo que puede contribuir al sobrepeso.
Por otro lado, respecto a los hábitos alimentarios, estos pacientes van a tender a picar pequeñas cantidades de comida durante el día con el objetivo de evitar quedarse dormidos o realizar ingestas nocturnas durante los despertares. Además, una vez desarrollada la obesidad, esta también puede influir negativamente en la narcolepsia, pudiendo agravar sus síntomas.
La narcolepsia se relaciona cambios de peso, ¿sus fármacos también?
Algunos de ellos (sobre todo los más antiguos), pueden asociar un aumento/pérdida de peso como efecto secundario. Un ejemplo de ello son los antidepresivos utilizados como anticatapléjicos, relacionándose su uso con un aumento de peso. También se ha descrito una pérdida de peso/anorexia, con el uso de estimulantes.
Sin embargo, los fármacos más recientes no suelen presentar estos efectos al actuar sobre diferentes vías en el Sistema Nervioso Central como la histaminérgica.
En resumen, hay que resaltar que la relación entre la obesidad y los trastornos del sueño es bidireccional y compleja. Ambos problemas pueden influenciarse mutuamente y empeorar con el tiempo si no se tratan de manera adecuada. Por lo tanto, es fundamental abordar tanto la obesidad como los trastornos del sueño de manera integral, mediante una combinación de cambios en el estilo de vida, terapias específicas y, en algunos casos, tratamiento médico.